Recién pensaba, diez días que no escribo… Tengo miedo de chocar, de chocar con su camioneta. Esos son los momentos de imprudencia mental. Siento que no domino ese estado casi etílico sin haber tomado mas que un par de mates. Cuando voy manejando y fumando un cigarrillo siento que mi papá está de frente. Son lapsos de charlas en las que ninguno habla pero el aura es celestial. Son los momentos en que uno siente culpa. A ustedes no les pasa que después de un chiste sienten que están en falta. Necesito un luto medieval, puta madre. Esa tristeza en un rostro, son marcas que la vida te acomoda y que ningún puto cirujano te las saca. La imagen se repite en mi cabeza en esos baches que necesito llenar. Es él, ahí, en ese lugar plagado de trabas. Yo sé que en ese lugar mi papá no es feliz. Ese lapso, esa imagen que yo tengo es de una narrativa propia de una historia que me es impropia. Ese marco que tengo en los centímetros de cerebro no condice con lo que viví. Y se repite como fotocopia de documento. Puta madre me digo, tu viejo tiene que aparecer en un asado; en esa comunión de maderas, carbón, leña y el elixir de ese olor. En la copa de champagne. Tu viejo debe aparecer ahí. Pero no. Son los momentos de soledad, de mi angustia reiterada, de saber que no se rebobina. Siento el día del padre como un día mas. Siempre lo desvalorice. Y creo que de los últimos, siendo padre, he llegado tarde o me he ido temprano. A jugar al fútbol, claro. A mi viejo no le gustaba el fútbol, pero nunca me reprochó nada. Lo repetiría este domingo, claro, pero juego a las 11, vaya destino. Llego para la picada. Lo celebraré cuando brinde, no tengo dudas. El reproche es una constante que no se si me sacarán los años. Solo sé que muchos lo sueñan, lo ven y a mi es como que me pasa de largo. El teléfono suena menos, los repuestos de maquinas de afeitar duermen en una góndola de supermercado, alguien ya no los compra. Mi hijo se resiste a elaborar ese duelo y no manejo situaciones de angustia tan pronunciada.
Veo en mi abuelo la tristeza de un tango que quedó huérfano. Perder un hijo a cualquier etapa de la vida es perder a un hijo. Los padres sabemos de qué hablamos. Veo que mi abuelo se asfixia. ¿Y cuando te preguntan cómo estas? Que les decis; como el orto. No se puede. Pero la realidad es que todo cambió. Siento que en este koinhor no sabemos si saldremos secos o bien arrugados, lo que no tengo dudas es que el centrifugado es tremendo. Algunos te piden que entiendas la divinidad celestial de la situación. A mi ponémelo ahí enfrente, con una copa de vino, un buen plato de comida, hablando de cualquier cosa menos de los promedios. Es que a mi viejo no le gustaba el fútbol…
Vaya paradoja del destino que hizo que todas las situaciones que se irían dando del domingo para vos un dia mas, para el comun de la gente le dia del padre, se fueron desvaneciendo....No solo no jugo quilmes que es con lo que todos especulaban sino que el tiempo hizo que no puedas disfrutar de lo que mas amas en el mundo, ver guirar la pelota en la cancha y poder disfrutar de eso.....vaya paradija del destino que al viejo que no le gustaba el futbol, paraba la pelota pocas veces en su vida....si...si no era su fuerte pero el pequeño gigante que tenemos en casa lograba hacerlo y eran sumamente FELICES....entonces quiza sea el momento de que le hagas un guiño de ojos y puedas disfrutar de tu dia de punta a punta con TU pequeño gigante....disfrutalo , apretalo, amalo como el lo hubiera hecho......dale un gusto, aunque a el no le gustase el futbol......
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