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sábado, 4 de junio de 2011

No me baje los brazos pendejo

Creo que ya lo dije que a Jorge no le gustaba el fútbol y habrá una duda que nunca me sacaré: no le pregunté por qué no le gustaba el fútbol. Creo que lo acepté de la misma manera que él con mi pasión. La fuimos llevando como quien dice. Año 2001 si mal no recuerdo, en la misma mesa en la cual estoy escribiendo en este momento, cuadré una situación casi perfecta. Era un miércoles y previa captura de control remoto puse Brasil Chile por las Eliminatorias para el Mundial Japón Korea cuando intenté una alocución que traería inconvenientes. De frente al televisor, de espaldas a mi viejo, intenté algo más o menos así "dejo la facultad, me cansé de Comunicación Social, voy a todo por el periodismo". Se apagó la televisión con un solo gesto y esa presencia que tenía Jorge en la vida de todos, se hizo latente. Intenta escapar del momento como quien quiere cerrar un partido armando dos líneas de cuatro y los delanteros bien lejos. Pero no, había algo que oír, no se iba a ir derrotado de esa mesa, aquel que siempre quiso estudiar medicina y no pudo. Me dijo sus cosas. El qué vas hacer se cae de maduro cuando uno encara nuevos caminos. Ecuación sin equanom. Periodismo deportivo es lo mio, acá tenes todo lo que necesito para entrar al Círculo de Periodistas Deportivos. La decisión venía con folleto explicativa porque intuía a mi viejo en el después, por eso jugué la de precavido. Solo me pidió ser el mejor, lográ ser el mejor, dentro de los parámetros que has aprendido en tu vida. El logro de una pasantía y esa entrada en Olé que duró 2 años había sido mi pasaje al éxito. Mi viejo siempre arrancaba en el no para buscarle la vuelta al si. A muchos les debe pasar, supongo. Estuve 3 años sin trabajar en el periodismo hasta la inmaculada chance en FM SUR. Estaba contento quien en la vieja Radio Porteña había hecho Comunicándonos. Era el programa que proseguía al de América Argentina Trigovich. El tipo que no escuchaba radio, tenía su programa. Creo que iba los jueves a la noche, yo era un nene en aquel entonces. Me preguntaba mucho por la radio, estaba metido. A mi viejo que no le gustaba el fútbol escuchaba los programas, las previas, los partidos, a pesar que mi trabajo de producción no requería de mi voz. Pero Jorge sabía que yo estaba, entonces el debía hacer el aguante. Ese era mi viejo. El que un día me dijo, estoy orgulloso de vos, de esa gente que labura en la radio. Se los nota contentos, felices. Eso me emociona. Ese viernes no creo que haya escuchado el programa, pero cuando nosotros estábamos terminando una tira, él, a unas diez cuadras, encontraba su inmortalidad en estas letras.

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