La frase la venía pensando desde hace mucho tiempo aunque no terminaba de definirla por cuestiones que uno posterga porque no las considera a priori interesantes. Aquel miércoles 6 de abril salí mas temprano de casa para ir a la radio para comenzar a darle color a una historia. No era una cuestión de animarse sino que tenía que ver exclusivamente con romper el aburguesamiento de la rutina laboral. Cumplida la requisitoria básica, confirmé lo que deseaba con el Negrom bajo un solo aspecto: el lugar era ese y no se tranzaba (le mostré la zona de mi cuerpo). Solo restaba decidir la tipografía. Aquello duró 15 minutos, no mucho mas. El turno estaba pactado para el viernes 8 a las 14 horas en el local. Gente afín a Quilmes, uno la pasa bien siempre. Y tras la primera edición en la radio, aquel día me dispuse al segundo tatuaje. El primero lo llevo en el antebrazo con el nombre de mi hijo, claro. Este segundo tatuaje tendrá varias particularidades que tienen que ver con el lugar en el cual irá y la dedicatoria. Brilla tu luz para mi es la frase traducida de Shine thats light on me de Sumo. El homenaje tenía que estar. Me gusta el nombre Luca. Pero Felipe terminó siendo Zinedine y ahí no había chances de nada. Entonces llevé a la piel al Pelado Prodan. En una frase que significa mucho para mi en cuanto a la pertenencia con un hijo. Aquel viernes 8 de abril, el Negro comenzó con el brazo derecho en su parte interna. Yo peleé por que también acompañe un Principito, pero se negó porque saldría deformando; tranzamos en unas buenas estrellas para que no esté tan solo. Brilla tu luz para mi denota el amor por mi hijo en su estado puro. Aunque, estaba latente con mi esposa el por qué de la mano derecha y no la izquierda donde figuraba Zinedine. Mis respuestas eran tajantes pero sin tanto sustento. Va acá y listo. Finalmente, casi a las 5 de la tarde la obra quedó concluida. Con algo de dolor, pero totalmente soportable. Llegado a casa, la foto fue a facebook donde ya había sido anunciado el mismo.
Esa tarde fui a la radio en colectivo. Recordaré cada momento como un golpe al mentón. Tengo en la mente cada espacio cada vez que mi hijo me pregunta por su abuelo. Cada movimiento y cada palabra se hacen recuperables en un instante. Me recuerdo sentado allá por las 11 de la noche. Destruido sin retorno, arremangando y con la cabeza gacha en busca de explicaciones que aún hoy no encuentro. Una puta mirada para una frase: Brilla tu luz para mi... Ocho estrellas de izquierda a derecha para un puto 8 de abril. Ni una mas ni una menos. Esas paredes con la elocuencia de un hospital casi que me guiñaban el ojo en gesto cómplice. La frase a mi hijo se había transformando en tres horas en una frase para él. El mismo que estaba a unos metros. Al que no podía ver sin moverse. La coincidencia de un homenaje es un golpe muy fuerte para un momento vacío porque no pasaba por un estado de conciencia para significar que mi viejo estaba pegado en la piel. Nunca lo pensé, pero ya no lo sentía impropio. Pero yo no se lo podía contar, si no me escuchaba. Me hace mal escuchar que cayó desplomado, que no tuvo fuerzas, que miró al cielo, que sonrió bajo el cobijo de su madre (dicen aquellos que se apoyan en la metafísica). No tengo dudas que la meticulosidad de mi viejo generó eso. Contrarrestó el dolor con ese homenaje. No me lo alivió pero generó algo en mi que será póstumo. Cada vez que mi hijo lo nombra pienso en la crueldad de lo que muchos llaman destino. Yo solo miro mi brazo y le agradezco su perfección...
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